lunes, 11 de enero de 2016

Antiguos bares y confiterías:


Cuando caminamos las calles deseadenses percibimos que ya no existen los viejos bares y confiterías de antaño. Fueron parte de la historia. Recuerdos de personas, historias urbanas, personajes típicos, en fin, muchos momentos que ya pasaron. Aquellos lugares que en sus sillas y mesas han recibido a personajes de nuestra sociedad, políticos, etc. Los bares y esos cafés, se constituyeron como el lugar de encuentro por excelencia, sobre todo masculino. El lugar de fumadores, ajedrecistas y amantes del billar; el solar donde al finalizar la jornada de trabajo podían olvidar por un rato sus dificultades y encontrarse con sus pares en un espacio de relativa intimidad. Tal vez para muchos un bar resulta intrascendente, un lugar de bohemia donde la gente solo acude a perder el tiempo. Pero quien sabe ver más allá, se dará cuenta de que muchas veces las historias de los bares son las más reales y, tal vez, unas de las pocas que vale la pena recordar.
¿Quién no ha oído hablar alguna vez de la vieja confitería Colón, del bar Oviedo, del bar del Hotel Apolo, del Caribe, de La Leonesa, del Baskonia, del bar de Alvaro Pérez, del bar de Lopecito, del H. Argentino, del San Martin de José García, de la cueva, del Ferro, del bar Lácteo, del Ceibo, y muchos otros que se me escapan de la memoria. Sólo las paredes de aquellos antiguos lugares conocen la verdad y la guardan en silencio junto con miles de historias, que el tiempo se olvidó de registrar en los libros.





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