lunes, 11 de enero de 2016


Base Auxiliar en Bahía Uruguay (Ría Deseado)
1939/40: Primera parte.



Como consecuencia de la guerra iniciada en septiembre de 1939, entre Inglaterra, Francia y Alemania, en cumplimiento de las disposiciones tomadas para asegurar la neutralidad del país, la Armada Argentina debió complementar sus ejercicios de tiempo de paz, con la vigilancia de las zonas marítimas jurisdiccionales y con todas aquellas otras actividades emanadas de obligaciones impuestas por tratados y convenciones. El Ministro de Marina León Scasso dispone que la Flota de Mar y su Aviación Naval realicen tareas de patrullado, donde se pusiera claramente de manifiesto la voluntad soberana de la Argentina de permanecer neutral. Fue así que el 19 de Enero de 1940 y al mando del Teniente de Navío Salustiano Mediavilla, parten al sur los tres hidroaviones Ranger en vuelo directo, acuatizando y amarrando cada uno de ellos a una de las tres boyas que había establecido el Rastreador A.R.A. “Parker" en Bahía Uruguay, en el mes de Noviembre de 1939. Contaron en ese lugar con el apoyo de otro rastreador el A.R.A. “Bouchard”, que se constituyó en base de operaciones móvil. Sus tripulaciones eran veteranas en el avión y contaban entre sus pilotos con los primeros aviadores navales que se habían capacitado en el vuelo por instrumentos, actividad que se había incorporado en la Aviación Naval también a partir de 1937. Durante 1939 y previendo la crisis mundial, la Escuadrilla había desarrollado varios vuelos a lo largo de la costa patagónica en búsqueda de aguas protegidas desde donde operar, donde además realizaron las primeras prácticas de búsqueda antisubmarina con los submarinos propios y los primeros lanzamientos de armas con munición de combate. Allí en la bahía esperaron las condiciones meteorológicas favorables, y el 22 de Enero de 1940 por la mañana, las tres máquinas despegaron hacia Malvinas. En el regreso se decidió no acuatizar en Bahía Uruguay, y se continuó vuelo a la Base Aeronaval Puerto Belgrano, donde los tres hidroaviones acuatizaron luego de ocho horas de vuelo, sin contratiempo alguno. Esta misión sirvió para ponderar la capacidad operativa de la Armada Argentina de por entonces, en tareas de Control del Mar, ante la eventualidad de una escalada del conflicto mundial en nuestras costas.


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