Antiguas fondas de Puerto Deseado y la vida cotidiana:
Los cambios más importantes en la vida cotidiana de Puerto Deseado se produjeron a partir de la construcción del ferrocarril y el establecimiento de fondas y hoteles, tras la afluencia de contingentes de extranjeros, que llegaron en busca de trabajo, como la ininterrumpida corriente itálica y española, seguida de la yugoslava, francesa, rusa, chilena, etc. Por lo que hemos leído la vida era alegre, exaltada, fecunda, conflictiva, tumultuosa, llena de ruido y de repentinas explosiones de jolgorio, de furias, de fuerza y de pasión. Sobre las fondas y pensiones podemos afirmar que abundaban. En las noches, y particularmente los domingos, se convertían en los puntos de socialización masculina, a través de los juegos de naipes, etc. Una de las fondas más reconocida fue “La Leonesa” de don Cipriano López y su esposa Dña. Julia Diez, llegados desde España en 1909. Allí daban de comer a los obreros que no tenían familia. Una mesa larga, de madera, blanqueada cada día a puño, cepillo agua y jabón. La hora de almorzar y cenar ya estaba planificada. El desayuno (café o té con leche, con pan y manteca), o sino mate cocido, infusión a la que muy pronto se aficionaron los extranjeros con grandes trozos de galleta y de queso. Los menús, la infaltable sopa y puchero de carne, papas, zapallo y otras legumbres que sembraban. Venían con ollas enormes, llenas de sopa y servían un gran cucharón a cada uno en un plato. Tras ello, grandes fuentes con grandes trozos de carne hervida. Cuando escaseaba la carne elaboraban productos del mar (pescados y mariscos), que le vendían los pescadores belgas y yugoslavos, entre ellos Zizich y Tafra. El español Filgueiras le proveía carne de su pequeño matadero. Consumían pan casero que hacía doña Julia. Usaban jarras de loza para servir el vino y vasos de vidrio para beber. Las velas y lámparas de kerosén iluminaban por las noches. Una cocina de leña y calentadores de kerosén recién inventados, constituían los fuegos para cocinar, porque no se conocía calefacción, estufas, sino braseros de fundición. La mercadería la compraban en las proveedurías del pueblo que llegaban en los barcos. A las fondas acudían obreros ferroviarios, de las canteras, portuarios, etc.
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